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State of Decay 2 – Daybreak
Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por Microsoft.
No hace mucho que vivimos el enésimo holocausto zombi. Llevamos un par de ellos al mes en realidad, entre una cosa y otra, pero como en State of Decay, pocos. Lo decimos porque no solo machacábamos los huesos de los muertos en las distancias cortas hasta dejarlos hechos astillas o reventábamos cráneos con nuestras armas de fuego mientras salpicaban sesos en todas direcciones , también teníamos que buscar suministros para mejorar nuestra base y proteger a los supervivientes que estén bajo nuestro amparo. De esta forma, la acción coexiste con la gestión de recursos y la planificación como si de el juego de Maxis se tratase (ya sabes cual). Además de multiplicar el tamaño de los escenarios y proponer nuevas mecánicas de juego, esta segunda entrega de Undead Labs nos proporcionó el esperado modo cooperativo para cuatro jugadores, variante que explota las posibilidades de este nuevo contenido del que hablamos hoy.Porque ahora nos llega Daybreak como un complemento a la experiencia del título principal. Nada de añadir una nueva en la que hacer lo mismo que hicimos una y otra vez. Estamos ante un modo “Horda” en toda regla, una sucesión de oleadas de supervivencia destinadas a conseguir mejor equipamiento conforme insistamos en jugarlo. Como hemos adelantado, podremos empezar en solitario o recurrir a la ayuda de tres amigos para sobrevivir el mayor tiempo posible a las siete oleadas de dificultad creciente que nos han preparado para la ocasión. Dejaremos a buen recaudo a nuestros cansados supervivientes y encarnaremos a un curtido soldado de la Garra Roja, el grupo de mercenarios que no se anda con chiquitas. Nuestro deber consistirá en defender una estructura de los ataques (nocturnos) de un enfervorizado grupo de muertos vivientes, todo el tiempo posible por lo menos para darle el tiempo necesario al ingeniero técnico para que arregle la comunicación con el satélite. La idea es que, cuanto más tiempo resistamos, mejores recompensas nos aguardarán al finalizar… recompensas que podremos repercutir en nuestra partida principal mediante puntos de prestigio que dan acceso a nuevas armas más potentes, mejoras construcciones para nuestra base y hasta que un miembro de la citada milicia firme parte de nuestra comunidad.Una vez metidos en faena, veremos que los soldados de la Garra Roja tienen mejores aptitudes en el combate que los personajes con los que estamos acostumbrados a jugar. Sobre todo por una potencia de fuego de mayor calibre… aunque como veremos, necesitaremos toda la ayuda posible. La partida termina cuando cae nuestro técnico, por lo que todos nuestros esfuerzos pasarán por su bienestar. Hasta utilizar los botiquines con él en el caso de estar malherido. Administrar bien los baúles de pertrechos y aventurarnos fuera de la zona “segura” para recoger los envíos de abastecimiento de los del escenario CLEO será vital para no quedarnos sin balas, pero sin olvidarnos de restaurar las barreras cuando estén casi destruidas en lugar de cuando tienen unos pocos arañazos. Con el tiempo aprenderemos a reconstruir en lugar de reparar y optimizar bien nuestras armas más resolutivas, sobre todo cuando el nuevo Juggernaut “edición plaga roja” entre en escena y nos deje tiritando de munición.La primera oleada nos sabrá a aperitivo, podremos superarla cómodamente desde los huecos que hay en las trincheras, pero la llegada de los zombis acorazados con equipamiento antidisturbios de la segunda ya es otro cantar. En la tercera hará acto de presentación el Juggernaut, para darnos cuenta en la cuarta que tenemos todas nuestras defensas hacen agua sin que podamos poner remedio. Al menos terminar pronto tiene el consuelo de recibir equipo especial y puntos de prestigio, lo que invita a empezar una nueva partida con un poquito de mejor cara. Esto mismo lo hemos visto en Dead Cells, aunque roguelikevania lo hace de lujo para que sigamos una y otra vez. Realmente este añadido solo aporta acción directa, dispara a todo lo que llegue mientras protegemos un objetivo concreto. Resulta más simple que lo jugado en la campaña principal, pero en esa misma inmediatez de partidas rápidas sin que tengamos que preocuparnos de las necesidades de toda la comunidad reside parte de su encanto. Acción directa sin complejos.Valoración:
Análisis de State of Decay 2
Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por Microsoft.
Desde que la primera parte asaltara casi por sorpresa Xbox Live Arcade (un minuto de silencio por favor), todos los que lo probamos en su día queríamos una segunda entrega con cooperativo en línea. Eso es así y ya está. La alegría abrazó nuestros podridos corazones zombificados cuando el juego fue presentado en el E3… de hace un año. Mucho tiempo ha pasado desde el anuncio hasta su publicación, pero el título de Undead Labs llega a Xbox One y PC con la promesa de cumplir expectativas y de superar al genial
State of Decay
. Os vamos a adelantar ambas respuestas, sí, cumple las expectativas y sí, supera al primer juego de la serie. Nosotros hemos hecho acopio de víveres, hemos acumulado herramientas de bricolaje que fácilmente sirve como armas y avisado a los amigos cercanos para que nos brinden su apoyo en nuestros refugio… lo necesitaremos.
Porque State of Decay 2 arranca en el mismo mundo desolado y afectado por el virus de la muerte. La muerte camina, como dirían otros. Nosotros empezaremos por escoger a nuestra (primera) pareja de supervivientes, dos individuos que pueden ser completos extraños, pareja de hecho o familia de la que solo se ve en navidades. En realidad da igual, cada uno de ellos tendrá unas ventajas en las habilidades básicas, como mayor “cardio” para correr y apalear zombis o mejor “sentido común” para identificar ventajas y zonas de búsqueda de víveres. Cada uno con sus matices estéticos y unas pinceladas de un pasado que nunca volverá. Así comienza el juego, con la pesadilla que devora echando su pestilente aliento en nuestro cogote y nuestros dos primero colonos rebuscando cualquier cosa que puedan empuñar como defensa. Pero ocurre lo peor, conocen de primera mano a la “plaga roja”, la virulenta pandemia que infecta a los pocos supervivientes que quedan en este terrible holocausto. Tras el mal trago, la esperanza. Un militar y una sanitaria se unirán a nuestra cruzada por sobrevivir, meta por la que pasará encontrar un lugar a salvo en el que instalarse, hacerse fuerte y buscar un remedio para las citada infección.
Aquí tomaremos la segunda gran decisión tras escoger a nuestros primeros personajes, determinar la zona en la que nos ubicaremos. Hay tres posibilidades: la ciudad en la ladera, la ciudad en el valle y la ciudad en el altiplano. Sí, el altiplano. Nosotros diríamos meseta, pero el juego está cargadito de vocablos y expresiones en castellano neutro. Mientras escribo esta reseña, el juego ha llegado al mercado español en inglés, de manera que para que aparezcan los subtítulos en nuestros “idioma” tendremos que cambiar la región de la consola. Esperemos que la actualización que arregle este desaguisado no tarde en llegar, todo este asunto huele tan mal como los zombis con los que tenemos lidiar. Bueno, volvemos al altiplano. El juego se divide en estas tres regiones, de manera que podremos jugar en ellas como queramos. Elegimos una, nos asentamos, acumulamos refugiados, expandimos nuestro refugio y limpiamos los alrededores de infectados mientras hacemos incursiones para traer víveres a la base. Lo que hacía Gleen en la serie de The Walking Dead pero con la premisa de que podemos cambiar de personaje para que el resto descanse y no quede la comunidad desguarnecida. Porque tendremos vecinos. Y si no les ayudamos o socorremos cuando lo necesiten, pueden convertirse en enemigos tan peligrosos como los Salvadores de Negan o la alegre comunidad del Gobernador. Kirkman, paga la comisión porfa.