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Análisis de Wasteland 2 Director’s Cut
Versión analizada Nintendo Switch. Copia digital proporcionada por Sandbox Strategies.
La consola de Nintendo no solo está de moda, está en racha. Todo el mundo quiere hacer juegos para ella. Pequeños, grandes, casuales o hardcoretas… nuevos o títulos que ya hayan probado las mieles del éxito en otros formatos. Uno de estos que prueban fortuna en la máquina de la gran N es Wastelands 2: Director’s Cut, un veterano en PC que probó en Xbox One y PlayStation 4 hace apenas tres años. Ha llovido lo suyo, pero inXile Entertaiment ha considerado llevar su retoño (mutante) para gloria de los aficionados a la estrategia más exigente. Después de invocar a todos los aficionados del género mediante un socorrido y exitoso proceso de financiación, el veterano Brian Fargo recuperó un estilo de juego del pasado, de cuando casi todo lo interesante se jugaba en PC y para ponernos con cada juego debíamos pedir una excedencia porque duraban más que los anuncios de Cuatro. Justo llegó en el momento que más se necesitaba, mucho rol mezclado con estrategia como aguantar el propio holocausto nuclear en el que se basa el juego.
Por mucho que muchos quieran ver un clon de Fallout, por lo menos en cuanto a ambientación se refiere, en realidad el juego de Bethesda cogió la idea de la primera entrega del que nos ocupa hoy. En esta ocasión, nosotros encarnamos a un grupo de Rangers que deben ponen algo de orden en este mundo asolado por mutantes, monstruos, caníbales y comerciales de telefonía. Como buen rolazo que es, nos deja elegir la apariencia y las características de los cuatro primeros personajes de los ocho que podemos comandar. Ya aquí nos daremos cuenta que el juego tiene tela, ya que podemos pasar más tiempo del que dura la batería de Switch con el editor y nuestra cuadrilla inicial. Para los impacientes decirles dos cosas, la primera que éste no es su juego. Y la segunda que pueden escoger unos personajes predeterminados para los miembros iniciales. Tranquilos, más adelante se nos unirán más, pero cuidado con cogerles mucho cariño. El mundo de Wastelands 2: Director’s Cut es cruel como un abusón de primaria sin merienda y cada muerte de nuestro equipo será definitiva.
A cambio nos ofrece un abanico de posibilidad gigantesco. Podremos hacer una misión… o perderla si matamos a quien nos la propone. O que nos expulse el alcalde de un pueblo por hacer cosas impropias como destrozar un cementerio. Toda esa facilidad para el carpe diem jugable queda un poco encorsetado con una opciones de comunicación más bien parcas. Lo que ganamos por un lado lo perdemos por otro, pero al menos llega en un castellano “americano” que ayuda a que todo el mundo pueda darle un tiento a esta colosal aventura. Y luego están los combates, claro. No todo es hablar con secundarios, hacer misiones de recadero, subir de nivel a nuestros Rangers o rebuscar equipamiento por todos los rincones. El sistema de combate es primo-hermano del que hemos visto en X-Com, estrategia de alta acurnia. Por turnos con sus casillas para limitar movimientos y ataques, con fuego amigo y con coberturas para que no caigamos a las primeras de cambio.
Pese a sus virtudes, esta versión de Nintendo Switch presenta carencias innatas a sus características. Jugar en modo portátil es complicado, el tamaño de los textos y los personajes resultan minúsculos, algo que afecta a la jugabilidad de forma directa. Han intentado adaptar todas los accesos directos de la mejor forma posible, como el típico anillo que aparece al dejar un gatillo pulsado, pero no resulta tan preciso y cómodo cuando estamos en medio de una situación tensa. Y de esas hay muchas. Al menos lo básico está, como girar la cámara, alejarla, cambiar entre las unidas de forma rápida o desmarcarse con uno en lugar de mover a todo el grupo a la vez. Lo malo es que la cámara es caprichosa y tiende a improvisar cuando quiere llamar nuestra atención. Como mundo apocalíptico arrasado por la radiación, resulta “feo”, como es lógico. Mucho marrón y mucho gris que quedan aún mas emborronados por una resolución realmente baja en comparación con las otras versiones de consola. Se han bajado las especificaciones para que el juego vaya fluido, pero creemos que se podía haber hecho un poquito más al menos, que el título tiene ya unos añitos.
Wastelands 2: Director’s Cut es un juego enorme, uno de esos títulos que si consiguen engancharte provocarán que no pruebes otra cosa en meses. Pero tiene que engancharte. Y no lo hará por una alegre apariencia o por poder echar partidas rápidas en cualquier sitio. Estamos ante un título en el que “hay que ponerse”, hay que dejarse llevar y tener la paciencia suficiente como para haga mella en nuestra alma jugable. No enamorará por su aspecto, ni por sus personajes aleatorios tan sosos que parecen sacados de un editor de Bethesda. Lo hará por su desarrollo y porque nos dejará hacer cosas (decisiones) con las que otros juegos ni sueñan. Un western malencarado y rudo que no está pensado para gustar a todo el mundo, pero que encandilará a los aficionados al género.