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Análisis de Genesis Alpha One
Analizado en Xbox One X. Copia digital proporcionada por Team 17.
Dentro de los numerosos títulos independientes que nos llegan cada semana, hay una temática que no suele faltar, y es la que trata la exploración del universo. Quizás el juego que apuntó más alto, el considerado Ícaro del género, es sin lugar a dudas No Man’s Sky, título del que se ha hablado ya tanto que hasta cansa. Pero a su rebufo han desfilado interesantes alternativas que han conseguido mejores resultados con la lección de no prometer más de lo que se puede ofrecer bien aprendida. Hablamos de juegos como Surviving Mars, Astroneer o The Solus Project. Cada uno con sus peculiaridades, pero todos ellos que buenas intenciones y cosas interesantes. Ahora hablamos de Genesis Alpha One, juego de Radiation Blue que busca decir algo entre todos los títulos que nos invitan a explorar el universo.
Porque Genesis Alpha One va principalmente de eso, ya que en cuanto la humanidad ha progresado en su tecnología, se ha lanzado a conquistar galaxias para conseguir recursos minerales a mansalva, encontrar lugares habitables para colonizar y de paso, limpiar las inmediaciones de la vida autóctona porque, ya os lo decimos, hay vida más allá de nuestro sistema solar, pero tienen peores modales que los comensales de Ven a cenar conmigo. Nosotros encarnaremos al capitán de un navío galáctico, que no solo tendrá que poner rumbo a planetas distantes, también tendrá que ejercer de ingeniero para ampliar su buque, organizar (y clonar) su tripulación y desembarcar en la superficie de los planetas inexplorados para conseguir recursos y artefactos.
No es la Nostromo, pero se le coge cariño.
Y eso se hace con una base (la nave) que podremos ampliar por sectores, los típicos por cierto, del tipo del hangar, el laboratorio de clones, la refinería de minerales o el socorrido rayo tractor para coger restos que flotan por el espacio y traerlos para que sean analizados. También podremos armar las defensas y colocar torretas por si junto a la basurilla llega algún espécimen hostil con ganas de aguarnos la expedición. Esta parte de gestión se lleva a cabo desde un coqueto mapa, pero para movernos dentro de la nave podremos hacerlo en primera persona. Por cierto, nos ha gustado el sistema que han ideado para utilizar los numerosos monitores y teclados que hay repartidos por todos los habitáculos, nos recuerda al sistema visto en Doom 3, pero con multipantalla, con el stick derecho veremos la información complementaria de pantallas auxiliares.
Una vez tengamos la nave a punto, podremos dar el hipersalto para llegar hasta el planeta elegido y bajar con nuestra tripulación. Como mandan los cánones, podremos ordenar a nuestros subordinados su tareas base para luego cambiársela por otra… incluso podremos clonarlos si tenemos los recursos suficientes. Todo un detalle, porque encontrar mano de obra en el espacio no resulta tan sencillo. Cuando se nos cuela un bicho en la nave o al patearnos un planeta mientras extraemos recursos planeta podremos disparar con las dos armas básicas que portamos. Por lo menos hasta que los artefactos empiecen a ampliar nuestro equipamiento. Y sí, explorar los planetas tiene su recompensa, aunque no por asomo hay la cantidad de extensión de No Man’s Sky. Aquí todo es más realista y solamente podremos pasear por las inmediaciones de la mininave que hemos usado para aterrizar.
Hay muchos planetas, pero en ellos abundan los yermos y escasean los centros comerciales
Con todo esto, tenemos una base que gestionar, un poquito de acción en primera persona y otro poquito de Tower Defense con lo de las torretas… todo ello sazonado con el condimento del roguelike, con centenares de elementos que se suponen que van a cambiar en cada nueva partida para que no veamos dos planetas iguales. Bueno, vale. En realidad hay más chicha en la elección de la empresa para la que trabajamos, elección inicial después del tutorial, ya que según la que escojamos nos condicionará la tripulación, los artefactos y nuestros objetivos a lo largo de la partida. Y no, no está la Weyland Yutani, aunque sería un puntazo. Y volviendo al tutorial, os recomendamos hacerlo imperiosamente. No solo sirve de muestreo de todo lo que podemos encontrarnos, es una mini-misión que nos despertará el gusanillo de lo que este juego puede ofrecer.
El título cumple en la parte técnica, ofrece un buen rendimiento en consola y la suavidad es buena. La parte más llamativa son los planetas, claro, y se nota que han puesto mimo en lo que a la iluminación se refiere. Todo esto sin olvidar que estamos ante un título de bajo presupuesto, en el que la tripulación tienen la apariencia plasticosa en sus caras digna de Yola Berrocal mientras que los alienígenas que veremos son las versiones XS de los que vimos en Starship Troopers. Al menos todo encaja sin desainar, algo complicado cuando se tocan tantos palos diferentes. Pero no hay sinergia, lo normal es que cuando se hacen varias cosas bien y todas encajan, el resultado sea mayor que sus partes. Y no, no rompe. El juego funciona, tanto para partidas “cortas” como para echarle muchas horas, pero la sensación que deja es como si a pesar de tocar tantas cosas, apenas rascase la superficie. Eso sí, agradecemos enormemente que el título haya llegado en castellano, todos los textos se entienden a la perfección lo que resulta vital para un juego tan denso como es éste.
Estrategia, Roguelike, Shooter y Tower Defense en un mismo título. En castellano.
El apartado técnico cumple. Con un poco más de osadía, estaríamos ante un juego enorme.
La mezcla de géneros eclosiona en una propuesta más que correcta. No deslumbra, pero al menos ejecuta bien las premisas jugables que se propone.