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Análisis de Demon?s Crystals
Versión analizada Xbox One. Copia digital proporcionada por Badland Games.
Nos encantan los juegos
arcades
. Será que hemos pasado más tiempo del recomendable en salones recreativos durante nuestra niñez, antros de perversión en los que todo era posible por solo 25 pesetas. Ya, otros tiempos. Por eso mismo, cada vez que llega un juego de acción, uno de esos en los que el único objetivo es pasar a la siguiente pantalla, se nos ponen los ojos con chiribitas. Porque como le ocurría a los perros de Paulov con la campana, nosotros salivamos con un
Continue?
y un
Insert Coin
. Byte4Games, desarrolladora independiente afincada en Valencia (nuestra Valencia) acaba de lanzar
Demon’s Crystal
bajo el amparo de Badland Games, un título que nos hace retroceder años hasta esa adolescencia en la que los rankings de puntuaciones clasificaban nuestra habilidad con tan solo tres letras. El juego llegó a PC tras pasar por Steam Greenlight y ahora lo hace en PlayStation 4 y Xbox One por el módico precio de 4,99€.
Estamos ante un twin stick de disparos. Uno de esos títulos de perspectiva cenital en los que nos movemos con un stick y que disparamos con el otro a todo lo que se mueve mientras esquivamos los impactos enemigos. En Demon’s Crystal controlaremos a los demonios Uricanes tras innumerables peligros para restaurar la paz en el submundo. Como si de Sunset Raiders se tratase, dispondremos de cuatro personajes con un color característico para que podamos distinguirnos al utilizar el multijugador con tres amigos. Solo tendremos que movernos y disparar, nada de pulsar otro botón para saltar, esquivar o desencadenar una bomba que arrase todo en pantalla. Aquí solamente utilizaremos los dos sticks y nuestros reflejos. Eso sí, diseminados por los escenarios aparecerán infinidad de power-ups que potenciarán nuestro armamento, el dibujo que describen nuestros proyectiles al ser disparados o un incremento de alguno de los factores clave (salud, escudo o tiempo). Estas mejoras pueden encadenarse si cogemos de diferente categoría, pero todas están limitadas por un tiempo determinado que aparecerá en pantalla.
A la hora de jugar, tenemos tres grandes categorías. La primera es el modo “Arcade”, la aventura propiamente dicha. Una treintena de niveles con un gran enemigo final cada diez rondas, con el aliciente de que podemos subir de nivel (hasta el noventa) a cada uno de nuestros Uricanes y que deberemos terminarlos en cada una de las tres dificultades si queremos conseguir todos los logros. Cada nivel tendrá un número de rondas, y cada ronda tendrá un objetivo posible, bien exterminar un número concreto de enemigos, bien recoger una cantidad concreta de cristales que aparecen en el suelo. Simple y directo. El segundo modo se llama “Supervivencia” y simplemente consiste en sobrevivir con una vida la mayor cantidad de rondas posibles. El último apartado está destinado a competir con nuestros amigos (en los dos anteriores podemos cooperar con ellos), de manera que las variantes “Survival”, “Batalla a Muerte”, “Vs”, “Lucha por los Cristales”, “Atrapa el Gran Cristal”, y “Mata a los Enemigos”.
Pero Demon’s Crystal tiene un pequeño gran problema. Estamos ante un juego en el que la cantidad de enemigos y de proyectiles es vital… y cuesta lo suyo distinguirlos. Ya no solo por el tamaño o por la abundancia, que también, el problema está en la paleta de colores empleada. El juego es muy colorido, lleno de detalles y de efectos luminosos en el que encontramos que se abusa sobre todo del rosa, del malva y del violeta. Y de todas las tonalidades derivadas. Llega un momento en el que cuesta diferenciar los impactos mientras nos movemos por el escenario, lo que termina con nuestro personaje atascado con una verja, una tumba o una zona del suelo que nos haga daño (pinchos que salen del suelo, brazos de zombis que intentan agarrarnos y similares). Al final, tenemos que hacer un esfuerzo adicional para concentrarnos en diferenciar los disparos enemigos, algo que no ocurre con otros títulos más complicados, los llamados bullet hell tan del gusto nipón. Con maña, todo se supera, pero nos queda la sensación que con un poquito más de vista, el juego ganaría en claridad y la jugabilidad resultaría beneficiada. Nos encanta la cantidad de armas y potenciadores, pero algunos de ellos lo que hacen es confundir más que ayudar al llevar la pantalla de balas nuestras que apenas nos ayudan y terminaremos esquivándolos.
Pero lo cierto es que Demon’s Crystal nos ha gustado. Tiene esa inmediatez que engancha, que nos deja con el ansia de pasar una pantalla más antes de soltar el mando. Esa misma esencia de máquina recreativa que aquí se muestra por su sencillez y la inmediatez de la propuesta. Moverse y disparar, nada más y nada menos. La posibilidad de compartir el juego con amigos mediante un router también hubiese estado bien, pero por el precio al que se ha puesto a la venta, no podemos quejarnos. Se nota el buen hacer del Byte4Games, pero por favor, la próxima vez ajustad mejor los colores de los disparos con los escenarios. Mis córneas lo agradecerán.
El precio. Los modos para jugar con amigos en la misma consola.
Cuesta distinguir las balas, los enemigos y los obstáculos. Sin online.
Ideal para jugar con amigos, pero que tengan buena vista porque más de uno bramará por no diferenciar los proyectiles y los monstruitos.