Análisis de Concrete Genie

Versión analizada PlayStation 4 Pro. Copia digital proporcionada por Sony.

Conocimos la existencia de Concrete Genie hace un año, en la última participación de Sony en la Paris Game Week, antes de serializar sus anuncios mediante convocatorias pregrabadas conocidas como “State of Play”. El caso es que el juego llamó la atención, y eso que no está protagonizado por un dios que arranca cabezas con sus manos o ningún super-héroe de la Marvel. En este juego encarnamos a un chico que sufre bullying. El juego nos llega en exclusiva para PlayStation 4 de la mano de PixelOpus, los chicos que nos trajeron el colorido Entwined para la Store, solo que esta vez han contado con recursos y tiempo para elaborar un trabajo mucho más grande y elaborado. De ahí que su obra nos llegue tanto en formato digital como en formato físico a un precio (treinta euros) alejado del que suelen ofrecer los títulos independientes que se acumulan cada semana en las listas de lanzamientos. Esta diferencia monetaria se nota desde el primer momento que arranca el juego y comprobamos los valores de producción que atesora.

Porque ya no es por el excelente doblaje marca de la casa, la calidad de las secuencias de animación que nos ponen en antecedentes y el despliegue gráfico que nos deja sobre aviso: de indie curioso para pasar el rato no tiene nada. Estamos ante un título como mandan los cánones, que apuesta por dos ideas muy claras: mandarnos su mensaje y lucir un despiporre artístico de los que marcan época. En este caso encarnamos a Ash, un taciturno adolescente apegado al dibujo y la pintura que tiene demasiado tiempo libre. Entre que sus padres suelen retrasarse al llegar a casa y que los matones de su vecindario la han tomado con él como con su bloc de dibujos. Y claro, han esparcido las hojas de sus creaciones a los cuatro vientos por lo que pobre no puede estar más apesadumbrado. Abatido, acaba en lo alto del faro desde que se divisa toda la ciudad, momento en el que ve volar una de sus hojas. Al llegar hasta ella, Luna, una de sus creaciones, le otorga un enorme pincel mágico con el que puede pintar las paredes con bellos diseños que parecen tomar vida. Instado por Luna, Ash dedicará todas sus energías y todo su tiempo a iluminar las luces de su triste ciudad, a recuperar las páginas de su bloc y a dar vida a los genios que él mismo ha creado, los cuales serán de gran ayuda contra la oscuridad que poco a poco invade su entorno.

Talento no le falta al muchacho para decorar su barrio.

Las creaciones de Ash, estos “genios” que habitan las paredes en donde los pintamos y que tienen habilidades especiales nos recuerdan poderosamente a las criaturas de Donde habitan los monstruos, libro infantil del que Spike Jonze hizo una película hace unos años. De hecho, creemos firmemente que el videojuego está inspirado por esta obra. Ahí queda. Otra referencia ineludible es obviamente Epic Mickey, por un lado porque la brocha que enarbola Ash es prácticamente la misma que utiliza el famoso ratón, y por otro porque la mecánica de pintar para alterar los escenarios es análoga. Pero vayamos por partes. Cada capítulo se centra en una de la a regiones de la ciudad, y tiene una ristra de acciones que deberemos llevar a cabo. Desde las opciones podremos llevar el control de todas las luces que hemos iluminado, todas las páginas del bloc recogidas o todos los genios que hemos activados. Y sí, hay zonas en las que no podremos hacer nada más y a las que deberemos volver posteriormente con un genio determinado que nos permita acceder a esa sección de la zona. Además de bonito, tiene su coqueteo con los metroidvania, no le falta de nada.

Entramos en su principal reclamo, el suntuoso estilo artístico que desprende este videojuego. Porque no olvidemos lo que es, un juego en el tenemos que correr, saltar y pintar las desoladas paredes de una triste y oscura urbe. En este caso, una de cal y una de arena. La de cal es clara, la belleza de las composiciones es magnífica. El colorido como si fueran luces de neón, el diseño modificable de los monstruitos (podemos crearlos como queramos según unos patrones), la cantidad de efectos que pululan por delante de nuestra retina… todo es una gran oda al buen gusto artístico. La de arena viene por parte del editor, que nos limita nuestra creatividad para fomentar que el resultado sea tan llamativo como queremos que sea. Y es que a la hora de dibujar, en realidad lo que hacemos es colocar objetos que interactúan en la pared, les damos forma bajo unos pocos parámetros y ya tenemos nuestro “arte”. Y no, el arte es el del estudio de desarrollo que ha elabora la herramienta para que cualquier mico con las habilidades artísticas más básicas (como el que escribe) sea capaz de desarrollar espectaculares murales por los que mataría el mismísimo Banksy.

Concrete Genie no es Dreams, una herramienta infinita que premia nuestra paciencia y elaboración con resultados sorprendentes. Concrete Genie es un juego de plataformas en el que una mecánica secundaria toma protagonismo dada la belleza de las composiciones que podemos lograr… algo así como colorar con el Paint en el ordenador, que no nos salimos de las líneas al usar el ratón porque todo viene ya definido de serie para que podamos salirnos. Para esto han permitido que podamos usar tanto el Move que empleamos con las PSVR como el olvidado sensor de movimiento del DualShock 4. Nosotros hemos empleado éste último y la verdad es que funciona a la perfección siempre que pulsemos el triángulo para colocar el cursor de nuevo en pantalla a cada momento. Conforme desbloqueemos más patrones para pintar, el juego gana en prestaciones, pero la verdad es que desde el primer capítulo podemos quedar maravillados por la cositas que podemos hacer. Concrete Genie incluye una “experiencia” para las gafas de realidad virtual, pero es solo eso, una experiencia que sirve para disfrutar de los genios, del particular estilo gráfico y del citado periférico.

Los genios adorables, aunque estén a un paso de provocarnos una pesadilla terrible.

Entonces ¿Concrete Genie es un bluff? Para nada, como experiencia jugable es muy satisfactoria, hasta nos da esa falsa sensación de que lo que hemos colocado en las paredes de la ciudad lo hemos creado nosotros. Todo en Concrete Genie está hecho con mimo, desde la decadencia y oscuridad que nos encontramos nada más empezar hasta la luminosidad y brillantez que dejamos a nuestro paso, una metáfora de la vida y de nuestras propias posibilidades que quedan bien remarcadas gracias a una trama que se centra en el acoso y el bullying tan en boca estos días. Concrete Genie no busca que huyamos de un mundo sombrío para refugiarnos en otro hecho de color creado por nosotros mismos, quiere que ese mundo áspero y tenebroso que nos ha tocado sufrir lo convirtamos en habitable a base de brochazos de perseverancia, amabilidad y luz. Nuestra propia luz. Ese mensaje llega, quizás gracias a su relajada jugabilidad y a su modesta duración, de forma que se queda a medio camino entre la experiencia audiovisual y lo que es propiamente un videojuego. No recordaremos Concrete Genie por ser un desafío o por aportar alguna mecánica de juego rupturista (en realidad recicla lo que vimos en Jet Set Radio pero a niveles menos competitivos), más bien deja huella por su concepto, tanto el que quiere que veamos como el que quiere que sintamos en nuestro interior.

Concrete Genie encaja a la perfección dentro del catálogo de esta consola. Ya el anterior trabajo de este estudio nos dejaba claras sus intenciones, a ellos les importa más la belleza del viaje que el destino, idea que recalcan en esta nueva propuesta con el respaldo de un mensaje cargado de moralina y buenas vibraciones. En el haber, tenemos el brutal apartado artístico que sorprende al jugador con una herramienta tan accesible como eficaz. En el debe, encontramos su duración y una falta de atrevimiento por dar el siguiente paso. Con alguna mecánica de juego más y un poquito más de esmero, se podía haber hecho una marca sólida, de las que perduran en nuestra memoria. Entendemos que el resultado de este Concrete Genie es dar un gran paso respecto a su anterior videojuego, Entwined, pero deja el poso de ser un título independiente con más presupuesto que el que tenían anteriormente, un paso más en el camino que todavía tienen que recorrer para ser un estudio AAA. En definitiva, nos queda una propuesta bella que todo lo que arriesga es en lo que se refiere a lo artístico y a la trama, pero que se muestra conservador con un sistema de juego que ya conocemos bien de otros títulos que lo han precedido. Salpicar de otros platos está bien para hacer el tuyo, y solo podemos esperar que se liberen de ataduras en su próximo proyecto y tiren por todo lo alto.

Análisis de Hover

Versión analizada Nintendo Switch. Copia digital proporcionada por Playdius.

Los fans de Jet Set Radio ya han asimilado que es casi imposible a día de hoy que Sega rescate la serie que nació con Dreamcast. A pesar de ello recientemente ha salido a la venta un título que bebe de lo ofrecido por el clásico, pero además lo hace mezclando su base con el parkour ofrecido por Mirror’s Edge. Hover es un videojuego independiente nacido en Francia gracias al trabajo de Fusty Games. Por sí sola la experiencia es capaz de llamar la atención, pero el resultado y las sensaciones que transmiten tras tomar los mandos son aún más interesantes.

La historia nos lleva hasta el año 4214, una época en la que la civilización puede vivir en diferentes lugares de la galaxia gracias a los grandes avances tecnológicos que existen y al ambicioso programa de colonización que desarrolló la Unión Galáctica. En nuestro caso nos hallamos en ECP 17, un mundo que está siendo sometido al poder del Gran Administrador, quien ha cortado de raíz todo tipo de ocio, de manera que la población vive vigilada día y noche. Los Gamers forman un grupo de resistencia que intenta luchar contra el Gran Administrador y sus extremas medidas, por lo que su principal objetivo es entablar contacto con la Unión Galáctica para comunicar todos los problemas que acontecen en ECP 17.

Tal y como ya habréis intuido nosotros nos ponemos en la piel de los Gamers, y de hecho podemos controlar a varios personajes, aunque tenemos que ir desbloqueándolos a medida que jugamos. En el título se incluyen factores de personalización estética, pero sin lugar a dudas lo más importante son las diferentes habilidades que podemos equiparlos gracias a un sistema de modificadores, aunque no hay que perder de vista el nivel de estos personajes. En cualquier caso cuando comenzamos a jugar nos topamos con un extenso tutorial en el que podemos aprender las mecánicas básicas con las que pronto veremos las similitudes a los juegos de los que ya hemos hablado al principio del análisis.

Ante nosotros tenemos el mapa de ECP 17, aunque en un principio no podemos explorarla en su máximo esplendor, por lo que al avanzar en la historia desbloqueamos el acceso a las zonas que antes no podíamos acceder. Deslizarnos por raíles, saltar por las paredes o retroceder en el espacio son solo algunas de las posibilidades que tenemos en nuestra mano, aunque tampoco hay que olvidar el escáner que empleamos para interactuar con diversos elementos, así como nuestros sprays para grafitear por la ciudad y así remarcar la posición de la resistencia. Entre muchas de las actividades en las que podemos intervenir tenemos que destruir carteles o drones, encargos de “recadero”, así como descubrir los muchos secretos que se ocultan en la ciudad. Especial mención requieren las carreras, en las cuales podemos competir contra otros jugadores, ya que se puede seleccionar si jugar en una sesión privada o participar en una con otros jugadores.

La exploración es una de las características más importantes del juego y aprender a dominar nuestros recursos es primordial para poder correr rápido y realizar piruetas, saltos y transiciones realmente espectaculares. La experiencia en este sentido es realmente satisfactoria, pero además se ofrece la posibilidad de recorrer la ciudad en primera o tercera persona. En nuestro caso preferimos hacerlo observando al personaje en tercera persona, pero siempre está bien que se ofrezca esta opción para aquellos jugadores que prefieran el otro sistema de cámara.

Hover cuenta con textos en castellano, aunque desafortunadamente esta traducción no alcanza todos los menús y textos que nos encontramos durante la aventura y algunos de ellos se encuentran en inglés. En este sentido la sensación es bastante extraña, pero aún así es de agradecer que se haya localizado a nuestro idioma. En lo que respecta a apartados técnicos nos encontramos con un trabajo bastante destacable, comenzando por un estilo muy colorido que está acompañado por muchas luces. Además el título está adaptado para Xbox One X, por lo que quien lo juegue en esta plataforma le sacará el máximo partido posible. De la misma forma la música forma un componente muy importante en la aventura y en todo momento las melodías están acorde con la temática y la velocidad.

Conclusiones

Tanto Jet Set Radio como Mirror’s Edge (sobre todo la primera parte) se han convertido en dos referentes dentro de sus temáticas, por lo que superar lo ofrecido por estos resulta bastante difícil. Es evidentemente que Hover no alcanza el resultado de los juegos citados, pero aún así su estudio ha sabido captar muy bien las bases e identidades de ambas franquicias para plasmarlas en un mundo y una aventura totalmente nueva. Sin lugar a dudas su gran mundo abierto se postula como una de sus mayores identidades. Es posible que el juego pase sin pena ni gloria en el tiempo, pero no por ser un mal juego, más bien por la dura competencia y el gran número de títulos digitales que salen a la venta todas las semanas. Es por ello que te recomendamos darle una oportunidad si disfrutaste con el clásico de Sega o con el parkour de la aventura de DICE y EA.