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Análisis de The Occupation
Analizado en Xbox One X. Copia digital proporcionada por BadLand.
En esta ocasión, vamos a empezar a hablaros por el final, The Occupation es el tipo de videojuego que esperemos se ponga de moda. Queremos que el estudio de desarrollo, White Papers Games, siga con esta fórmula en el futuro. O que plagien la idea otros equipos de desarrollo, nos da igual, el caso es que cuando funciona, es un verdadero juegazo. Sí, cuando funciona, porque The Occupation no siempre funciona. El juego tiene una mecánica de juego que conocemos bien, pero se ha estructurado en un planteamiento casi único. Digamos que el juego avanza y según nuestra inquietud conseguiremos profundizar más o menos dentro de la historia. Hace unos veces vimos The Invisible Hours, otro juego narrativo-experimental que conseguía darle una vuelta de tuerca al género. Pero mientras en aquel éramos los privilegiados testigos de una novela de Agatha Christie, aquí seremos el incisivo (o no) periodista de investigación de un libro de John Grisham.
Vamos a ponernos en situación, estamos en la década de los ochenta, en Inglaterra. La sociedad vive días de incertidumbre debido a la intención de por parte del gobierno de aprobar un polémico decreto que encorsetará aún más las libertades civiles de la población. Ese clima ha terminado por desencadenar un terrible atentado en el noroeste del país que se ha llevado por delante la vida de 23 personas. Pero hay un solo acusado de tal crimen, Alex Dubois que insiste en mantener su inocencia de los cargos que se le atribuyen. Nosotros encarnaremos al periodista Harvey Miller en la ardua tarea de entrevistar a conocidos del presunto terrorista y a testigos de aquella fatídica noche para discernir lo que ocurrió realmente. Según nuestras pesquisas y nuestra insistencia, podremos refutar o confirmar la coartada de Dubois para esclarecer los hechos.
En algunos compases, será mejor escabullirse para conseguir datos relevantes.
Pero no estamos ante un juego de investigación al uso. El juego está dividido en varias “entrevistas” (salvo determinados flashbacks y secuencias narrativas puntuales) que tienen unas reglas fijas. Nosotros llegaremos al lugar en el que nos esperar los testigos una hora antes, y podremos deambular por los escenarios hasta que la entrevista comience, siempre con un ojo en el reloj de pulsera que portamos para no llegar tarde a la reunión, que aquí se estila lo de la puntualidad británica. Podremos leer manifiestos, cotillear cajones, información en ordenadores, rebuscar notas en las papeleras… todo con tal de tener información adicional que posteriormente podremos utilizar en la entrevista. Claro que también podremos pasar de todo y esperar a que pase el tiempo, de manera que las opciones y las líneas de diálogo serán ínfimas ya que apenas tendremos cosas que preguntar a los testigos.
De esta forma, el ritmo de juego lo pone el jugador, aunque ya podemos adelantar que casi no da tiempo de nada en la primera partida. Las investigaciones van de leer documentos y de llevar objetos de un lugar a otro, así como infiltrarnos en oficinas cerradas mediante códigos o mediante rejillas de ventilación como si de un Metal Gear Solid se tratase, pero todo dentro de un entorno más pulcro y realista. El planteamiento es muy ambicioso, con esos múltiples desenlaces, las referencias a hechos reales o los interrogatorios en los que los entrevistados pueden ponerse nerviosos y confundirse a la hora de declarar.
Todo ese batiburrillo que mezcla aspecto cotidianos con recursos literarios de intriga funciona y de un cariz adulto la mar de interesante. Lo que no se entiende son decisiones de diseño como solamente llevar un objeto a la vez o lo poquito que han depurado la interacción con el entorno. En el caso de llevar un solo objeto, basta con acordarse lo frustrante que resultaba tener que volver al baúl en los primeros Resident Evil a recoger cosas que nos hacían falta para progresar… pues imaginad tener que hacerlo constantemente porque solo podemos llevar uno. Igual de mal llevamos lo de chocar con las paredes, andar sobre tablones estrechos o interactuar con objetos minúsculos. Se nota que el juego está pensado para ratón y teclado (no han traducido las opciones del menú y han dejado “sensibilidad del ratón” en lugar de la “sensibilidad de los sticks”), lo que provocará que perdamos más tiempo del recomendado para acciones básicas. Y eso en un juego en el que cada minuto cuenta es algo imperdonable.
Si Atrapado en el tiempo obligaba a Bill Murray a realizar el día perfecto, en este juego nos limitan nuestras posibilidades de éxito a una hora cronometrada por capítulo.
Y eso que el Unreal Engine luce lustroso, con escenarios alegres y elementos bien recreados en pantalla. Pero los bugs campean a sus anchas y a los fallos comentados anteriormente debemos sumar otros de localización, como que hay líneas de diálogo que se han quedado algunas en inglés a pesar de haberlo puesto en castellano en las opciones. Todo esto (lo de llevar un solo objeto, la física al interactuar con el entorno y los subtítulos) se podría arreglar mediante actualizaciones y parches. Eso esperamos al menos, porque la trama y el planteamiento son muy interesantes. El juego luce bien, se mueve bien y suena muy bien. Lástima que estos problemas afecten de forma tan definitiva a la jugabilidad y al resultado global en general. Para colmo, solo hay un punto de guardado que se machaca continuamente, evitando que tengamos un tabla de salvación en caso de quedarnos atrapados entre dos texturas. Alguno lo estará pensando, y sí, una segunda partida posterior, cuando ya estamos escarmentados de lo llevar un solo objeto y lo de lidiar con el entorno mejora el la experiencia al estar nosotros ya prevenidos. Sí, pero no.
The Occupation es un juego que encantará a muchos y desagradará a otros tantos, basta con ver la disparidad de notas que se está llevando. Aquí no vamos a disparar millones de balas ni vamos a salvar el mundo por enésima vez, por lo que tenemos que afrontarlo con la idea clara que hay leer todos los papeles que se nos pongan al alcance y tener una memoria prodigiosa para saber el lugar de cada objeto para volver a por él cuando encontremos el sitio en el que hay que utilizarlo. Por lo demás y si nos repetan los bugs, un juego fabuloso que deja en manos del jugador el grado de implicación con el que quiere implicarse. Ya por nuestra cabeza pasan ideas locas con esta metodología, como una variante de juegos de abogados a lo Phoenix Wright en el que somos el letrado defensor o el fiscal y durante un tiempo fijo debemos acumular todas las pruebas posibles para afrontar un juicio con garantías. Por eso decíamos al principio del texto que la fórmula de juego promete, pero si no está pulido el control, hay bugs y solo podemos llevar un objeto con nosotros, el poco tiempo que tenemos para resolver el misterio resulta a todas luces insuficiente. Esperemos que lo depuren, el juego y el argumento lo merecen.
El planteamiento es magnífico y resulta rejugable. Trama adulta e interesante.
Fallos técnicos y bugs. Llevar un solo objeto a la vez es ridículo.
Una gran idea con un buen argumento quedan lastrados por fallos técnicos y de diseño que lastran el resultado final.