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Análisis de State of Decay 2
Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por Microsoft.
Desde que la primera parte asaltara casi por sorpresa Xbox Live Arcade (un minuto de silencio por favor), todos los que lo probamos en su día queríamos una segunda entrega con cooperativo en línea. Eso es así y ya está. La alegría abrazó nuestros podridos corazones zombificados cuando el juego fue presentado en el E3… de hace un año. Mucho tiempo ha pasado desde el anuncio hasta su publicación, pero el título de Undead Labs llega a Xbox One y PC con la promesa de cumplir expectativas y de superar al genial
State of Decay
. Os vamos a adelantar ambas respuestas, sí, cumple las expectativas y sí, supera al primer juego de la serie. Nosotros hemos hecho acopio de víveres, hemos acumulado herramientas de bricolaje que fácilmente sirve como armas y avisado a los amigos cercanos para que nos brinden su apoyo en nuestros refugio… lo necesitaremos.
Porque State of Decay 2 arranca en el mismo mundo desolado y afectado por el virus de la muerte. La muerte camina, como dirían otros. Nosotros empezaremos por escoger a nuestra (primera) pareja de supervivientes, dos individuos que pueden ser completos extraños, pareja de hecho o familia de la que solo se ve en navidades. En realidad da igual, cada uno de ellos tendrá unas ventajas en las habilidades básicas, como mayor “cardio” para correr y apalear zombis o mejor “sentido común” para identificar ventajas y zonas de búsqueda de víveres. Cada uno con sus matices estéticos y unas pinceladas de un pasado que nunca volverá. Así comienza el juego, con la pesadilla que devora echando su pestilente aliento en nuestro cogote y nuestros dos primero colonos rebuscando cualquier cosa que puedan empuñar como defensa. Pero ocurre lo peor, conocen de primera mano a la “plaga roja”, la virulenta pandemia que infecta a los pocos supervivientes que quedan en este terrible holocausto. Tras el mal trago, la esperanza. Un militar y una sanitaria se unirán a nuestra cruzada por sobrevivir, meta por la que pasará encontrar un lugar a salvo en el que instalarse, hacerse fuerte y buscar un remedio para las citada infección.
Aquí tomaremos la segunda gran decisión tras escoger a nuestros primeros personajes, determinar la zona en la que nos ubicaremos. Hay tres posibilidades: la ciudad en la ladera, la ciudad en el valle y la ciudad en el altiplano. Sí, el altiplano. Nosotros diríamos meseta, pero el juego está cargadito de vocablos y expresiones en castellano neutro. Mientras escribo esta reseña, el juego ha llegado al mercado español en inglés, de manera que para que aparezcan los subtítulos en nuestros “idioma” tendremos que cambiar la región de la consola. Esperemos que la actualización que arregle este desaguisado no tarde en llegar, todo este asunto huele tan mal como los zombis con los que tenemos lidiar. Bueno, volvemos al altiplano. El juego se divide en estas tres regiones, de manera que podremos jugar en ellas como queramos. Elegimos una, nos asentamos, acumulamos refugiados, expandimos nuestro refugio y limpiamos los alrededores de infectados mientras hacemos incursiones para traer víveres a la base. Lo que hacía Gleen en la serie de The Walking Dead pero con la premisa de que podemos cambiar de personaje para que el resto descanse y no quede la comunidad desguarnecida. Porque tendremos vecinos. Y si no les ayudamos o socorremos cuando lo necesiten, pueden convertirse en enemigos tan peligrosos como los Salvadores de Negan o la alegre comunidad del Gobernador. Kirkman, paga la comisión porfa.