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Análisis de KONA
Versión analizada en Xbox One. Copia digital proporcionada por Koch Media.
Es algo que viene ocurriendo en los últimos años. Desarrolladoras modestas que intentan despuntar se apuntan al género de la aventura en primera persona. Pero aventuras de enjundia, con sus ristras de documentos para coleccionar que aportan trasfondo, algo de acción y su buena dosis de puzles para que le demos a la sesera. Siempre con el terror o la supervivencia (en la mayoría de los casos son ambas) como elemento latente en la jugabilidad. Cada nueva propuesta tiene sus particularidades, como debe ser, y ahí podemos englobar Outlast, Firewatch, The Long Dark o Virginia por citar alguno de ellos. Ahora nos llega Kona un título que cumple con todas esas premisas y suma una denominación de origen de lo más particular, es canadiense. Se trata de la propuesta de Parabole, una desarrolladora independiente afincada en Quebec que ha conseguido sacar adelante a su retoño después de un tortuoso Kickstarter y mucha persistencia. Esperan que sea el primero de una serie de cuatro aventuras, descartando la idea original de ofrecerlo al público mediante episodios.
Estamos en 1970, en el frío norte de Canadá. Hamilton es un rico empresario con intereses en toda la zona del lago Atamipek, pero los sucesivos actos vandálicos sufridos en sus propiedades le obligan a contratar al detective Carl Faubert para que encuentre a los responsables y reúna pruebas sobre los hechos. Nada más llegar, sufrirá las inclemencias de una tormenta de nieve que será el contrapunto perfecto para las historias de los aldeanos, los desconcertantes eventos (no vamos a decir nada pero se barre mucho para casa) y los peligros que sufrirá en la villa que le obligarán a buscar refugio tanto por las bajas temperaturas como por los animales salvajes que aguardan en los bosques. Por supuesto nosotros encarnaremos a Faubert, por lo menos en sus acciones, porque será el propio Faubert el que actuará como narrador de todo lo que ocurra. Este tipo de interacción entre el narrador y el jugador la hemos visto ya en juegos como Bastion y quedan de fábula en títulos de misterio e intriga como es este Kona.
Porque Kona es patearse las inmediaciones del lago Atamipek mientras aguantamos las inclemencias de la nieve y visitamos las cabañas para recabar información. Porque otra cosa no, pero frío en el norte de Canadá hace tela, por eso mismo tendremos que vigilar la temperatura de Faubert constantemente, para que no muera congelado en la tundra. No será la única variable con la que deberemos lidiar, la salud y el estrés también estarán presentes. Curioso cuanto menos todo lo que refiere al estrés, ya que no estaremos tan receptivos tanto a la hora de movernos como a la hora de orientarnos por el escenario (se nubla la visión) si no estamos bien alimentados o acabamos de pasar por una reconfortante fogata. Eso sí, la mejor forma de rebajar la tensión será con nuestros cigarrillos o con un botellín de cerveza de vez en cuando. Como la vida misma. Por lo demás, la mayor parte el tiempo estaremos rebuscando cajones (muchos), leyendo documentos y explorando con nuestra linterna mientras encontramos llaves o activamos generadores que nos ayuden a progresar en la trama. Lo mejor de todo, es el toque realista de los objetos que llevamos. Para consultar el mapa, deberemos llevarlo en la mano para situarnos, y lo mismo para repasar las detalladas notas de nuestro cuaderno, usar la Polaroid con la que registraremos las pruebas y las herramientas que podremos improvisar como método de autodefensa.
Parabole es un estudio modesto pero muy trabajador. Eso se nota en Kona por la cantidad de detalles de los interiores y por la composición de los escenarios. Podremos deducir por las fotos de las paredes que una familia es muy religiosa o que se trata de un matrimonio que acaba de mudarse a la zona. En ese sentido, Kona brilla con luz propia, aunque la “calidad” de lo que vemos no resulte tan buena como nos gustaría. Las zonas de hielo o el propio bosque terminan por cansar y no resultan para nada destacables, al igual que los personajes que nos encontraremos, flojos todos ellos. Pero los matices son los que aportan ese valor añadido a una producción en la que se nota el tiempo dedicado. Kona destaca por el viento en los árboles, por la sensación de estar perdidos en una ventisca y por el escalofrío que nos recorrerá por la espalda al adentrarnos en una cabaña que creemos abandonada linterna en mano. La banda sonora es una maravilla y evoluciona según lo que ocurra en pantalla, así como las voces, sobre todo la de Faubert que nos acompaña como un amigo invisible para que no nos sintamos solos. Las voces se pueden poner tanto en inglés como en francés, que para eso son los dos idiomas oficiales de Canadá.
El control es extraño, deberemos pasar por las opciones para tocar la sensibilidad de la cámara y el bamboleo de la cabeza, por defecto no están muy bien ajustados que digamos. Ya en los primeros compases, veremos que es un juego ideal para la realidad virtual, por lo que esperemos que la versión de PlayStation 4 sea compatible con PSVR lo antes posible. No estamos ante un juego muy largo, sobre todo si nos limitamos a hacer lo justo, pero hay una generosa cantidad de encargos (conseguir el forro polar que más abriga, terminar las partidas de ajedrez inacabadas o la búsqueda del tesoro que ha ideado un crío entre otras muchas) que aumentan considerablemente la amortización del título. Será que nosotros hemos intentado sacar el logro de no utilizar vehículo alguno y nos hemos pateado todo el bosque nevado a pata, pero el juego supera con creces la media de horas que suelen ofrecer este tipo de juegos. Estamos ante una propuesta más que recomendable, ideal para todos aquellos que gusten de perderse en entornos tan extraños como mundanos, una trama cuidada y la constante sensación de que algo va a ocurrir. Si te gustaron Fargo (serie o película, da igual) y Alan Wake (la ambientación), estás ante un juego al que deberías seguirle la pista pero que muy de cerca. Lo merece.
La historia y el suspense. La parte de supervivencia y la ambientación.
El apartado gráfico es flojete. Tendremos que acostumbrarnos al control.
Un aventura que atrapa por su sobriedad y su trama, una lástima que el apartado técnico no vaya a juego.