Análisis de Octahedron

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Versión analizada PlayStation 4 Pro. Copia digital proporcionada por Square Enix Collective.
Nos llega otra interesante propuesta de la división de títulos independientes de Square Enix, en este caso Octahedron, un plataformas clásico como pocos pero que innova como nadie. De hecho, no saltaremos de plataforma en plataforma, lo haremos sobre la plataforma que nosotros mismos generamos bajos nuestros pies. Vale, la idea no es que sea muy original, pero sí lo es su planteamiento jugable, en el que la dificultad y los reflejos dan una generosa guantá sin manos a los jugadores que van de expertos. Deberemos hacer acopio de la mejor de nuestras suerte para superar estos saltos milimetrados al píxel y encontrar los requicios para no caer ante los enemigos de Octahedron a las primeras de cambio. El juego ya está disponible para PlayStation 4, Xbox One y PC. Aprendices y novatos abstenerse, esto va en serio.Que no os engañe su apariencia de juego de ocho bits de la época del Spectrum, o sí, porque Octahedron es un plataformas de los de saltar mucho y saltar con precisión. La secuencia de introducción nos ponen en antecedentes, por ponernos en algo porque sin ella entramos igualmente en la mecánica de juego. A ver, nuestro escritor protagonista está meditabundo en una cabaña en el bosque mientras espera que le llegue la inspiración, cuando la leña termina por arder en la chimenea, escucha un ruido en el bosque. Por supuesto sale de su acogedor y calentito refugio a explorar lo que ha ocurrido en la oscuridad que le amenaza, para encontrar en medio de un claro lo que parece ser el impacto de un meteorito del que surge un poliedro luminoso. Esta forma luz le transforma en su misma materia, dotándole de una cabeza en forma de octaedro y la habilidad de crear plataformas de forma temporal bajo sus pies, algo que le vendrá de perlas porque justamente en el momento de su transformación ha empezado a caer en el subterráneo mundo de Veetragoul, lugar que consta de cincuenta niveles de los que deberá escapar.Y ya está. A partir de ahí, unos mini-niveles para coger la idea de lo que se nos avecina (duran unos segundos) y de cabeza al primer nivel. Y cuando decimos de cabeza, queremos decir justamente eso. Chocaremos de bruces con la exigente dificultad, porque ya el primer nivel, el llamado 1-1, nos ofrece tantas posibilidades a la hora de recoger coleccionables y de retos que podemos superar, pensar en todo lo que nos viene después puede hacer que más de uno se agobie antes de tiempo. No le faltará razón, Octahedron es un juego exigente, con una curva de dificultad alta que nos enseña a jugar mediante el inefable método del ensayo y error. Durante el primer nivel nos enseñarán a usar nuestra plataforma básica, a usarla como si de un doble salto se tratase y a andar sobre ella de una forma muy parecida a los pataleos que hace Yoshi para mantenerse unos segundos en el aire. Romper las bombillas con la plataforma servirá para que se conviertan en flores justamente arriba de donde están, mientras que utilizar la plataforma encima de los enemigos servirá como improvisado escudo. Pero eso será solo la punta del iceberg, en seguida descubriremos que la plataforma interactua con otros elementos como si abriésemos una puerta o para activar un teletransportador. Es el juego el que nos marca las enseñanzas, como al indicarnos cómo se generan los elementos del escenario en los que podemos apoyarnos siempre que nosotros los sobrepasemos previamente.Sí, una locura. Todo se desmadra cuando empezamos a tener más plataformas que generar bajo nuestros pies, con sus características y ventajas, pero cuando entraremos en pánico será cuando empecemos a discernir los patrones de movimientos de los enemigos, ya que están sincronizados con la música. Las melodías son tan electrónicas y tan extremas, que harán brotar sangre de las orejas de Chimo Bayo. La banda sonora está creada por Chipzel y por Monomirror, maestros en esto de hacer House y Trance con los infartantes sonidos chiptune. Que la mayoría de los enemigos parezcan sacados de Abu Simbel Profanation es lo menos, el elegante negro del fondo contrasta a la perfección con los coloridos elementos en primer plano. No se han quebrado la cabeza con el diseño y las animaciones, pero el juego tiene estilo. Sobrio, pero estilo al fin y al cabo.Octahedron es como una discoteca sórdida y oscura, en la que no puedes dejar de saltar de forma compulsiva. La música te invita a ello, así como los peligros que acechan bajo el mismo ritmo que se repite incansable. Nos encanta que sea exigente y que a cada rato nos enseñe una nueva forma de “jugar”, una nueva mecánica que deberemos dominar para sumar a la lista de posibilidades que iremos adquiriendo. Quizás resulte demasiado duro para el jugador medio, no es que tengamos que morir muchas veces para progresar, es que tendremos que tener muy claro en nuestra cabeza todo lo que tenemos que hacer y no siempre nos dará para confabularlo todo a nuestro favor. Recomendado solo para los más espitosos y para los que se toman un Monster con galletas de coco para desayunar.

Los amantes de los retos de enjundia están de enhorabuena. La banda sonora… si es de tu palo.

Si no tienes paciencia, quítale diez puntos a la nota porque sudarás lo indecible para progresar.

Música histriónica y saltos compulsivos para lo nuevo que nos ofrece Square Enix Collective. No es para todos los públicos, pero no está mal.

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Octahedron