Análisis de Mother Russia Bleeds

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Versión analizada Nintendo Switch. Copia digital proporcionada por Cosmocover.
Que la los beat’em up marcaron una época, lo sabemos todos. Igual que sabemos que a cada rato, sale un nuevo juego que intenta poner el género de moda de nuevo. La fantasía medieval de Golden Axe, los sucios callejones de Final Fight, el kárate ochentero de Double Dragon… la lucha callejera tuvo una edad dorada y los estudios independientes no paran de sacar interesantes propuestas. Como la que hoy nos ocupa, desarrollada por el grupo Cartel y ubicada en una Rusia alternativa la mar de curiosa. El juego llega a Nintendo Switch después de su paso por PC y PlayStation 4, consola que enarbola la bandera del juego cooperativo en local con sus pequeños manditos y la posibilidad de jugar en donde queramos con su llamativa portabilidad. Nos vamos a la madre Rusia a partirnos el careto con esbirros, mutantes y la compañía más deleznable que podemos encontrar… ¿venís?Mother Russia Bleeds se llama y está ambientado en una época alternativa a los principios de los ochenta. En esta extravagante distópica propuesta, encarnamos a uno de los cuatro romaníes que se buscan las habichuelas en los suburbios más pobres de este Moscú dictatorial y transgresivo. Allí, luchan por dinero en los barrios más pobres al servicio de un tal Mikhail, pero todo se tuerce cuando el ejercito gubernamental irrumpe en los enfrentamientos y arrestan a los presentes para que sirvan de ratas de laboratorio. Nosotros entramos en juego un mes después, cuando el cuarteto escapa del laboratorio ubicado debajo de la prisión estatal. Durante este tiempo han sido tratados con una droga experimental llamada Nekro que les provoca espantosas alucinaciones y les proporciona una fuerza sobrehumana. Aquí comienza su epopeya, que consiste en acabar con la experimentación, con la droga y con las fuerzas opresoras que pisotean al pueblo. Todo ello mediante niveles lineales en los que la acción y los combos se salpican con pequeñas pinceladas de trama mediante diálogos con los personajes secundarios.En realidad, estamos ante un calco de Streets of Rage, salvo por la ambientación y por la novedad de usar Nekro a nuestro favor. Cuando vencemos a determinados enemigos que están hasta las cejas de esta droga, caerán y comenzarán a sufrir convulsiones, momento en el que podemos acercarnos y rellenar nuestras jeringuillas con dicha sustancia para resultar más dañinos gracias a la furia que libera en nuestro cuerpo. Y poco más que no hayamos visto infinidad de veces. Por un lado, lo básico. Andar o correr, golpear, saltar, saltar y golpear, recoger elementos del escenario para utilizarlos a nuestro favor y poco más. Por otro, vemos una variedad inusitada. En lugar de un botón de ataque, tenemos dos. A eso sumamos que podemos dejarlo pulsado para hacer más daño o atacarles antes de que recobran la verticalidad. El botón para esquivar y de agarrar multiplican las posibilidades casi sin darnos cuenta. Pero el plato fuerte lo tendremos servido si llamamos a tres amigos para que nos ayuden en esta contienda, así podremos revivir las sensaciones de juegos tan ilustres como TMNT o los dos Dungeons and Dragons que creó Capcom en su momento con el cooperativo para cuatro. Cuando ya nos sepamos de memoria la campaña, siempre podremos darnos un vuelta por el resto de modos disponibles, como son “Arcade”, “Supervivencia” y el que nos enfrenta directamente a los jefe de nivel.El apartado gráfico creado a partir de píxeles es una gozada. Una brutal y sangrienta gozada. Los escenarios suelen ser sombríos, pero el rojo de la sangre y de la hoz con la jenriguilla (en lugar del icónico martillo) colorean la oscuridad como la hemoglobina tiñe una herida recién abierta. Los enemigos muestran los golpes en sus pixelados cuerpos destrozados, hasta el punto de poder ver sus sesos desparramados por el suelo si los machacamos antes de que puedan levantarse. Pero el puntilloso arte de representar la violencia más extrema no acaba ahí, queda por hablar de la suciedad, de la mugre, de los insectos y de las ratas correteando por sus malolientes escenarios. Otra cosa no, pero mal cuerpo tendremos seguro. Nos quedamos con su descarnada representación de la violencia, su elenco de protagonistas y los mastuerzos que hacen de jefes finales.Mother Russia Bleeds es un golpe bajo al estómago. Seco, que nos dejará sin aliento y con un regusto a sangre en la boca que durará días. No innova, en este género ya nadie puede, pero ofrece justo lo que el público pide. Otro Streets of Rage/Final Fight que mitigue nuestras ganas de bronca. No es la revolución que su argumento propone, y eso que la trama tiene más contenido del que se podía esperar inicialmente, pero es un trabajo realizado con mucho mimo y mucho cariño. Si a eso sumamos el talento y las ganas por no dejar títere con cabeza (literalmente), nos queda un juego que hace unos años no hubiese salido en una consola de Nintendo por su contenido y su crudeza, pero que hoy encaja perfectamente con la premisa de diversión inmediata en cualquier lugar que nos propone Switch. Si eres de los que se llevan la consola a todos lados y quieres rememorar las partidas con amigos en los recreativos del barrio, no dudes en viajar a esta Rusia dictatorial, drogada y salvaje. Te encantará la visita.

Calcado a Streets of Rage. La ambientación soviética es un puntazo.

Se limita a lo establecido, podía arriesgar un poco más y ofrecer algo más.

Un completo y divertido juego de lucha que cumple de sobra con lo que propone. No arriesga a innovar, pero se lo perdonamos por la vieja URSS.

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Análisis de
Mother Russia Bleeds