Están los alumnos en clase de sexología y el profesor pregunta:
- ¿Cuántas posturas existen para realizar el coito?
En esto que se levanta una rubia al fondo de la clase, y grita:
- ¡Ciento treinta y dos!
- Perdón, señorita, antes de contestar levante la mano. A ver, su compañera, ¿qué opina?
- Pues, no sé… yo conozco cuatro y no sé más…
- ¿Alguna otra respuesta?
Y la rubia vuelve a saltar:
- ¡Ciento treinta y dos! ¡Ciento treinta y dos!
El profesor pasa de la rubia y pregunta a otra chica de la primera fila que contesta:
- Pues, yo sólo conozco una, la que está permitida por la Iglesia católica, en la que la mujer se tiende boca arriba y el hombre se pone encima de ella boca abajo.
Y la rubia se vuelve a levantar gritando:
- ¡Ciento treinta y tres! ¡Ciento treinta y tres!

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Posturas

En una famosa serie de experimentos, el doctor Bacterio amaestró a una araña para que reconociese su voz y se dirigiese hacia él. Primero puso la araña a un lado de una mesa y la llamó diciendo “araña, ven aquí” y la araña cruzo la mesa. Tras cortarle una pata, el profesor volvió a colocar la araña al otro extremo de la mesa y volvió a llamarla; la araña volvió a cruzar la mesa, cojeando. En sucesivas etapas, el profesor le va cortando más y más patas, y la araña siempre cruza la mesa dirigiéndose hacia el cuándo la llama, cada vez con más dificultad y necesitando más tiempo. Finalmente, el doctor Bacterio le corta las ocho patas, la pone en el extremo más alejado de la mesa y la llama. La araña no viene. Bacterio empieza a gritar con más fuerza, insistiendo durante un rato, pero la araña no hace nada. La conclusión que sacó el profesor Bacterio de este experimento es que las arañas tienen las orejas en las patas.

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El experimento de la araña