Tag Archives: chistes de religión
Confesión urgente
El cura del pueblo dormía plácidamente en su cama a las cuatro de la mañana cuando le despierta una serie imponente de golpes en la puerta de su casa. Alarmado, se asoma al balcón y ve como un joven golpea desesperado la puerta.
– ¿Hijo mío, que te ocurre?
– ¡Confesión! ¡Padre, necesito confesión!
– ¿Pero hijo mío, son las cuatro de la mañana, no puedes esperar a que abra la sacristía a las ocho?
– ¡No, padre, no, he pecado mucho, he cometido todos los pecados, necesito una confesión urgente!
– ¿Pero hijo mío, es que estoy rendido, porque no…?
– ¡Padre, Padre, que he hecho de todo, todos los pecados, que tiene que ser ahora mismo, padre!
(…Y así media hora dándole la tabarra, dale que te pego, que todos los pecados, total el cura ya harto y somnoliento…)
– ¿Pero, vamos a ver, tú de verdad que has cometido todos los pecados?
– ¡Si, si, todos, todos!
– Y así, ¿te habrán dado por culo, no?
– ¡Padre! No, eso no.
– ¡Pues anda a que te den por culo y vuelve a las ocho como Dios manda!
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Una iglesia tan bruta
Era una iglesia tan bruta, pero tan bruta, que tenían al Cristo acojonao en un rincón.
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La mejor historia
Tres hombres llegan simultáneamente a las puertas del cielo. San Pedro sale y les dice:
- Tenemos malas noticias para dos de ustedes; se nos cayó el sistema en el área de admisiones y sólo puedo dejar entrar a uno de los tres esta semana. Los otros dos tendrán que esperar en el infierno unos días mientras reparamos el fallo, lamentablemente no puedo hacer otra cosa.
San Pedro continuó explicando:
- La persona que cuente la mejor historia de cómo murió, será la que pueda entrar en el cielo hoy. Los tres hombres asintieron. San Pedro los hace pasar de uno en uno a su oficina para que los otros no escuchen y puedan mejorar su historia. El primer hombre pasó y empezó a relatar:
- Presentía que mi mujer me estaba engañando, así que esa tarde llegué temprano… Subí los 25 pisos del edificio por la escalera para no hacer ruido con el ascensor… abrí la puerta de mi apartamento y allí estaba ella, la muy puta, tendida en el suelo y desnuda. Sabía que la había pillado. Corrí por todo el apartamento en busca del amante; arriba, abajo, debajo de la cama, en todos los armarios… ¡NADA! Estaba a punto de pedirle disculpas por ser tan mal pensado y mientras ella me decía que siempre hacia gimnasia desnuda, oí unos ruidos en la ventana… SCRATCH, SCRATCH, SCRATCH!!! Abrí la ventana y allí estaba el hijo de puta, colgando de la cornisa. Agarré mi bate de béisbol y le di duro en la cabeza. Vi cómo se caía, pero tuvo suerte el infeliz y aterrizó en un montón de bolsas de basura. ¡Se estaba moviendo! Desesperado porque se me escapaba, cargué el mueble bar hasta la ventana. Con gran esfuerzo lo puse en la cornisa, pero al empujarlo se me enganchó la camisa, por lo que caí con el mueble bar y encontré mi muerte. Pero estoy feliz porque me cargué al puto cerdo.
San Pedro no podía imaginarse historia más increíble, cuando hizo pasar al segundo hombre:
- Bueno, yo soy un limpiador de ventanas. Estaba haciendo tranquilamente mi trabajo en un piso alto, cuando una de las cuerdas repentinamente se rompió. Me agarré de la plataforma, pero se me fueron resbalando las manos hasta que caí al vacío. Levanté las manos pensando en mi muerte y esperando que Dios me recogiera. Afortunadamente logré agarrarme a una de las cornisas del edificio. ¡¡¡ESTABA SALVADO!!! Estaba dando gracias a Dios e intentando que la gente que estaba dentro del edificio me salvara definitivamente. Empecé a rascar en la ventana para que alguien me ayudara, cuando repentinamente un cabrón la abrió y en lugar de ayudarme me pegó un tremendo golpe con un bate de béisbol. Caí al vacío otra vez, maldiciendo a esa mala persona, cuando mi ángel de la guarda me permitió seguir viviendo, poniendo un montón de bolsas de basura justo bajo mi caída. Cuando conseguí abrir los ojos para agradecer a Dios tanta fortuna, un mueble bar estaba cayendo encima de mí y gritaba con terribles alaridos. Comprendí que Dios me quería a su lado. Sin duda era mi destino y así encontré la muerte.
San Pedro estaba estupefacto. Hizo pasar al último hombre y le dice:
- Hijo, más vale que tengas una muy buena historia, porque las dos anteriores… Realmente, son increíbles!!! Así, el hombre lo miró y comenzó…
- Bien, seré breve, imagínese esto: Estoy en pelotas, escondido en un mueble bar….
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Las mezquitas y las neveras
Adán y Eva
Adán y Eva paseaban por el paraíso. Y Eva pregunta:
- Adán, ¿me amas?
- ¿Tengo alternativa?
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